Nunca te lo he contado, nunca mencioné como percibo el azul de tus ojos.
Apenas recién conocerte, en esos primeros días, se me antojaba como el azul del mar, profundo e inexplorado.
Luego, los días se tornaron semanas y al contemplarlos, se me figuraban a dos piedras lapislázuli,que me atrapaban con su irresistible magnetismo.
Más tarde, las semanas se convirtieron en meses, y me prendí del azul cielo de tus ojos, celestes como un cielo de primavera, empañados a ratos por nubes e incluso por tormentas eléctricas que solo intuía adivinar.
Finalmente, los meses hicieron años, y ya no podía ver tus ojos a diario como antaño, solo de tanto en en tanto y el azul se volvió oscuro, como el océano de noche, solo teñidos por algunos azules vespertinos en fugaces ocasiones.
Y sin saber el motivo, ahora casi siempre son azul glacial, cubiertos por acero pétreo y rehúso, y dudo, mirar en en ellos,temerosa de no volver a ver ese azul cielo del que me enamoré perdidamente
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